6- Propuesta para la revalorización de la inspección educativa del Libro blanco de la profesión docente (Decimotercera propuesta)

En la medida de lo que conozco, la Inspección educativa ha estado destinada únicamente a examinar en mayor o menor medida si se están transmitiendo adecuadamente los conocimientos curriculares al alumnado y valorar si las condiciones en los aulas son favorables a la enseñanza. Para ello, los examinadores utilizaban como método de análisis la observación directa de los centros educativos y del desarrollo de las clases. El Libro blanco de la profesión docente y su entorno escolar publicado en 2015 bajo la autoría de José Antonio Marina, Carmen Pellicer y Jesús Manso se propone al respecto dar una vuelta de tuerca al asunto e intenta revalorizar, reactivar y reordenar este medio de revisión.

Las sugerencias son planteadas en la decimotercera propuesta del documento y en esta señala que la reforma debe realizarse a través de dos procedimientos. Por un lado, considera imprescindible que los inspectores deben cumplir, sumada a la función supervisora, dos funciones básicas en la arquitectura del sistema educativo. En primer lugar, estos deben encargarse de ayudar en la gestión de los Centros, con el fin de contribuir a una mejor organización y funcionamiento de los mismos, así como supervisar que se está cumpliendo la legislación vigente. Mientras que, en segundo, propone que estos también deberían desarrollar una función formativa, afirmando que estos deben encargarse de ayudar a los docentes, mediante el asesoramiento pedagógico, para que estos mejorasen su desempeño. Al respecto es importante destacar que esta última función debe realizarse por niveles y competencias, exigiendo así una especialización necesaria por niveles educativos.

El segundo procedimiento que debe llevarse a cabo es la reestructuración de las condiciones para acceder a inspector. Los autores de este documento proponen así que se deben cumplir los años preceptivos de docencia, realizar un máster en un Centro Superior de Formación del profesorado y hacer un Curso de prácticas con un tutor asignado en el Servicio de Inspección educativa de la Comunidad Autónoma correspondiente para acceder a esta profesión. Así como afirma que los inspectores deberán asistir a cursos de actualización y ser evaluados por su trabajo.

En mi opinión, sin embargo, no sé hasta que punto esta reforma es posible en la actualidad. Lo cierto es que parto desde el desconocimiento, pues no conozco la carga laboral de los inspectores educativos ni los presupuestos que destina el Estado para estos examinadores. Asimismo, aunque las reformas que plantea en el texto considero que son adecuadas, no aborda otros temas que yo creo que son problemáticos. Uno de los principales por ejemplo es que en numerosas ocasiones los inspectores son "engañados" por el profesorado evaluado durante las inspecciones, aprovechando su carácter eventual. Es importante entonces que si se quiere revalorizar este medio se realicen evaluaciones a los centros con mayor continuidad. De igual forma, por el lado contrario, debido a que el profesorado tiene que atender a unos criterios fijos, las inspecciones en ocasiones son incapaces de valorar las distintas circunstancias de los centros educativos.

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